En la última final de Roland Garros, Carlos Alcaraz y Jannik Sinner llevaron el tenis al límite. Este partido no solo duró más de cinco horas y media, sino que también estableció un nuevo récord en la final de Roland Garros, convirtiéndose sin duda en uno de los enfrentamientos más emblemáticos de la década de 2020. Alcaraz, tras ir perdiendo en el primer set, logró dar la vuelta al marcador y se coronó campeón por segundo año consecutivo, un verdadero logro en la historia del tenis.
Durante las primeras etapas del partido, la situación en los dos primeros sets fue difícil de predecir. Sinner, en el primer set, logró un quiebre y finalmente se lo llevó, mostrando su gran potencia. En el segundo set, llegó a tener una ventaja de 5-3, pero en un momento crítico su juego se volvió más conservador, lo que le permitió a Alcaraz romperle nuevamente y, al final, ganar el set en un tie-break. Esto demuestra su excepcional capacidad para controlar el juego.
Con el partido entrando en el tercer set, Sinner volvió a mostrar su capacidad para romper el servicio, sin embargo, luego, debido a un mal desempeño en sus saques, fue revertido por Alcaraz. Esta fue la primera vez que Sinner perdió un set en este Grand Slam. A medida que el partido avanzaba, la competencia se volvió cada vez más intensa; Alcaraz, gracias a su inquebrantable fuerza de voluntad, logró empatar los sets, lo que tuvo un impacto evidente en la mentalidad de Sinner.
Al llegar al quinto set, Sinner parecía un poco cansado, mientras que Alcaraz mostraba una resistencia más allá de la de un joven jugador. Ambos mantenían un duelo intenso, que solo terminó cuando entraron en el super tiebreak. En ese momento clave, Alcaraz parecía transformarse en Nadal, atacando a Sinner con una técnica absoluta y devoluciones precisas que dejaban a todos asombrados por su calidad y potencial.
Con un potente golpe que se fue por la línea, Alcaraz cerró este intenso enfrentamiento, añadiendo así un trofeo significativo a su carrera profesional y poniendo fin a la racha invicta de Sinner en finales de Grand Slam. Este partido fue, sin duda, un banquete de tenis, donde cada intercambio estuvo lleno de sorpresas y emociones, permitiendo a los espectadores presenciar lo que realmente significa el espíritu competitivo.



